Eso de que en México vivimos un “enojo social” es falso. En este país padecemos un encabronamiento masivo, que es un término más certero, más nuestro y, por desgracia, de todos los días. Y es que, en todo el mundo somos de los más pobres, los más injustos, los más corruptos y sobre todo los más desiguales; disparejos, diríamos por acá. Para empezar, hay cinco niveles de mexicanos, cuya realidad es brutalmente distinta: Los de primera: son poquísimos, las cien sagradas familias que concentran el poder económico y son las accionistas mayoritarias del país; eventualmente los cien semidioses del poder político; es decir, el Presidente, los secretarios de Estado, los directores de las grandes entidades públicas, los gobernadores, los líderes del Congreso y los ministros de la Corte Suprema. Los de segunda: los tres mil megarricos que sin estar en el círculo sacro han amasado fortunas de miles de millones pa’rriba; en este orden, inclúyase a los tres mil favorecidos con el vo...