ENSEÑAR EL COBRE
ENSEÑAR EL COBRE
La contienda electoral está por iniciar su recta final. De hecho, inició ya desde en denantes, pero será en unos cuantos meses, cuando sean oficiales los catorrazos. Por lo pronto, las candidatas principales se alistan para asestar el golpe noqueador. ¿Será la Sheimbaun? ¿Será la Xóchitl? O será el melón o sandía de Movimiento Naranja que todavía a estas alturas no da color, a pesar de la intentona fallida del gobernador sumiso, que hace todo aquello que le indica su mujer.
Como quiera que sea, se nota ya la efervescencia política, tanto entre las huestes partidistas, como en un sector de la ciudadanía que claramente se inclina por la carismática ex indígena y exitosa empresaria.
Momento histórico para México, tanto por lo que significa el que por primera vez en la historia del país se vislumbre la posibilidad de que una mujer gobierne al país, como por la oportunidad que se presenta para medir el nivel democrático de una nación que ha sido maniatada durante cinco siglos por autoridades manipuladoras de todo tipo. Más aún, la ocasión se presenta para dejar ver el nivel cultural de una sociedad tan polifacética, tan desigual y tan controvertida, como la nuestra.
Muy válida es la enjundia opositora para impulsar a su candidata, como válida es la promoción que de su candidata hagan, los del bando oficial. Dejar que cada quien exprese sus simpatías por su respectiva lidereza, es lo que se antoja deseable, y más aún, si las expresiones de cada bando se manifiestan con respeto y educación.
Donde la puerca tuerce el rabo, es cuando las huestes de uno u otro bando se valen de la calumnia, de la mentira, de la burla y del insulto para denostar no solo a la candidata opositora, sino hasta a sus seguidores. Eso, francamente, acorrienta no solo la contienda, sino principalmente a los simpatizantes de una u otra candidata, que lo que menos desean, es un país dividido, y mucho menos, confrontado.
Apoyar a un candidato o candidata, no da el derecho de ofender al bando opositor, y menos a su candidato o candidata, por más que se diga que en el amor, en la guerra y en la política, todo se vale. Siempre hay niveles, y mantener la decencia y la corrección, eleva el nivel ciudadano. Irse por el insulto, la grosería y el menosprecio de quién piensa diferente,
enseña el cobre de quien así actúa. Quien piense que es poseedor absoluto de la verdad, está completamente equivocado.
O equivocada.
Failo Vázquez
Diciembre 10 de 2023
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