Por qué ejecutivos de Google, Twitter y Facebook están apagando sus aparatos y desconectándose de la red Medios y Tecnología
Una ola de programadores y diseñadores desencantados
están limitando su uso de la tecnología digital. ¿Qué es lo que saben
que los motiva a hacer esto?
Estamos en las albricias de
una revolución -o quizás sólo de una pequeña revuelta en el seno de los
grandes gigantes de Internet, pero sin duda algo está pasando. Un punto
de toma de conciencia. Puede ser que no acabe siendo muy significativo,
pero actualmente resulta evidente, para cualquiera que se informe un
poco y mantenga una conciencia crítica, que el uso masivo de la
tecnología digital está teniendo efectos considerables en la atención y
en la más básica capacidad de relacionarse de los seres humanos. Las
voces más calificadas son las que conocen los detalles desde dentro, el
cómo se está programando y diseñando la tecnología digital.
La forma en la que esto se empieza a difundir ha hecho que hace un par de semanas el creador del iPhone admitiera que el uso constante del iPhone puede ser algo malo.
Algo que es evidente, pero lo notable es que aceptar esto desde dentro
de la compañía habla de que estamos llegando a una posible masa crítica.
Pese a que la tecnología digital
-especialmente el Internet- originalmente parecía haberse creado para
avanzar el conocimiento de la humanidad, existen cada vez más estudios que sugieren que el uso excesivo de aparatos como los smartphones contribuye negativamente a la inteligencia de las personas.
Uno podría decir que simplemente no hay que usarlos "excesivamente",
pero el problema es que están precisamente siendo diseñados para que los
utilicemos todo el tiempo. Y esto es algo de lo que son conscientes los
ejecutivos y programadores de empresas como Google, Facebook y Twitter.
Un reciente artículo de The Guardian,
sumamente completo, habla de esta tendencia y entrevista a diversos
exempleados de los grandes gigantes de Internet, quienes hablan de cómo
han empezado a modificar sus hábitos para volver a tomar control de
su atención y han restringido el uso de aparatos en sus familias.
Tristan Harris, exempleado de Google
(encargado de filosofía de productos), se ha convertido en uno de los
críticos más vocales, él mismo habiendo experimentado los mecanismos que
mueven lo que ha sido llamada "la economía de la atención", la economía
que se basa en captar la atención de las personas para monetizarla.
Harris incluso trabajó en un laboratorio en Stanford que estudia la
conducta humana y se dedica a hacer la tecnología adictiva. "Nuestros
cerebros pueden ser secuestrados", dice, y compara los smartphones
con máquinas tragamonedas, como aquellas llenas de lucecitas y sonidos
en Las Vegas. Como estas máquinas, la tecnología se hace adictiva con la
promesa de una recompensa, lo cual genera dosis intermitentes de
dopamina. Harris mantiene que actualmente las personas son insertadas en
entornos donde la tecnología digital es ubicua y no existe, por otro
lado, ninguna advertencia de sus efectos. Él sugiere que debemos generar
un código hipocrático entre diseñadores y buscar primero no dañar,
antes de ganar más dinero, aunque esto es algo que difícilmente tendrá
éxito en las empresas. Y, dice, quizás también, en un futuro, tener
aparatos con advertencias en sus paquetes, como hoy las tienen los
cigarros.
Justin Rosenstein es un exejecutivo de Facebook que, entre otras cosas, desarrolló el botón de like (llama a los likes o "Me gusta": "brillantes golpes de seudoplacer"). El botón de like fue un éxito descomunal que hizo que "las personas disfrutaran del breve boost
de recibir afirmación social" mientras que Facebook cosechaba datos
valiosos de sus preferencias. El botón fue copiado por prácticamente
todas las redes sociales. "Las personas se la pasan todo el tiempo
distraídas", dice Rosenstein, acaso con un dejo de conciencia moral.
Pero él ha tomado medidas: ha limitado su uso de Facebook y se ha
prohibido estar en Snapchat, al que llama "heroína digital" .
Roger McNamee, un inversionista tanto de
Facebook como de Google y quien le presentó a Mark Zuckerberg a la
actual jefa operativa de Facebook, Sheryl Sandberg, dice que estas
compañías "acreditan que están dando a los usuarios lo que quieren.
[Pero] lo mismo puede decirse de las compañías de tabaco y los
vendedores de drogas". Las personas que dirigen Facebook y Google son
buenos tipos, cuyas estrategias bien intencionadas llevan a
consecuencias horribles no intencionadas. El problema, señala, es que no
hay nada que puedan hacer las compañías de tecnología para detener el
daño, a menos de que abandonen sus actuales modelos de publicidad. Todo
acaba siendo un problema del modelo económico insaciable, basado en
generar más ingresos a como dé lugar, y no prosperidad real.
James Williams, un estratega que ayudó a
construir el sistema de métricas para el negocio de anuncios de Google,
señala que estamos presenciando "la más grande, centralizada y
estandarizada forma de control de atención en la historia de la
humanidad... Las dinámicas de la economía de la atención están
estructuradas de tal forma que mitigan la voluntad humana".
Nir Eyal, un reputado consultor de la
industria, señala : "De la misma manera que no debemos culpar al
panadero por crear deliciosos postres, no debemos culpar a los
diseñadores o programadores por hacer productos tan buenos que todos
queremos usarlos". Sin embargo, Eyal ha instalado un cronómetro que
corta a su familia el acceso a Internet después de cierta cantidad de
tiempo.
El diseñador Loren Brichter, quien creó el mecanismo "pull-to-refresh" de Twitter, acepta que los smartphones
son como las máquinas tragamonedas. "Tengo hijos ahora y me arrepiento
de cada minuto que no les estoy poniendo atención porque mi smartphone
me chupó". Su postura es emblemática de la nueva generación que, al
crecer, se da cuenta de que hay cosas más importantes que ganar dinero.
"Twitter es adictivo. Esto no es algo bueno. Cuando estaba trabajando
[en los diseños] no era lo suficientemente maduro como para darme
cuenta de esto", dice Brichter.
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