El conflicto Videgaray-Lozoya
Emilio
Lozoya Austin representa la parte más delgada de un hilo de la madeja
de corrupción gubernamental en México en cuanto a sobornos se refiere
con la empresa brasileña Odebrecht, por lo que el exfuncionario tendrá
que soportar los juicios paralelos (mediáticos) y los procesos legales
que se han abierto en su contra en dos áreas de la Procuraduría General
de la República, que más que un intento por aplicar la justicia, lo que
buscan las autoridades es resolver el problema para que el exdirector
general de Petróleos Mexicanos (Pemex) salga bien librado lo más pronto
posible.
Pero
esa impunidad para un exfuncionario del gobierno de Enrique Peña Nieto
que estaría gestándose en las oficinas del Ministerio Público Federal,
tiene un límite, que es el año y medio que le resta al actual sexenio
para que termine la gestión del actual gabinete, porque de llegar la
oposición a Los Pinos, como se prevé, seguramente el exdirector general
de la paraestatal petrolera tendrá una amplia estadía en prisión y en
Estados Unidos estaría muy interesado.
Meses
antes de que el vecino país diera a conocer los primeros sobornos
repartidos por Odebrecht (21 de diciembre de 2016) a funcionarios de
Brasil y de otros países de América, entre ellos México, a fin de
obtener de manera ilícita contratos de obras y servicios en el ramo
petrolero por miles de millones de dólares, en México se conoció la
noticia de la renuncia de Lozoya a la Dirección General de Pemex (8 de
febrero de 2016).
La permanencia de
Lozoya en Pemex entró en crisis desde 2014, cuando al interior del
gabinete eran conocidos los conflictos entre el entonces secretario de
Hacienda, Luis Videgaray, y el director general de Pemex por la
distribución del ingreso petrolero y el pago de impuestos de la
paraestatal, pues mientras que el titular de Hacienda pretendía que
Pemex mantuviera los porcentajes tradicionales que el fisco extrae de
las ventas de crudo, Lozoya ya había convencido a su amigo el presidente
de que eso era inviable para mantener en mejor situación a la empresa
petrolera del Estado.
Los dos eran
viejos conocidos, desde la campaña priista por la Presidencia (2012) y
en aquel entonces sabían la cercanía que tenían uno y otro con Peña
Nieto, y por lo tanto participaban en las reuniones del primer equipo,
en donde se hablaba y se aprobaba todo. Así que de comprobarse las
reuniones sostenidas entre directivos de Odebrecht con Lozoya Austin en
ese mismo año de la campaña política de Peña, sin duda que el ahora
presidente y su secretario de Relaciones Exteriores estuvieron más que
enterados de los acuerdos y arreglos monetarios con la empresa
brasileña.
Una vez asumido el poder,
las diferencias crecían entre ambos funcionarios, pero el poderoso
secretario de Hacienda -el hombre más cercano a Peña y quien lo aconseja
de qué hacer y qué no- no había podido remover a Lozoya de Pemex,
porque más que un subalterno del presidente de la República se trataba
de su amigo que lo había apoyado en la campaña presidencial y había
aceptado trabajar a su lado sólo bajo condiciones distintas a las del
resto de los secretarios de Estado.
Así
que fue hasta 2016 cuando la espera terminó para Videgaray y en febrero
de ese año convenció a su jefe Peña de la urgencia de remover del cargo
a Lozoya, antes de que les estallara la bomba de corrupción
que investigaba hacía varios meses el gobierno de Estados Unidos y que
involucraba directamente al director de la empresa petrolera mexicana.
Con
ese astuto movimiento, Videgaray pretendió alejar al gobierno de Peña
del problema de Odebrecht, porque hubiera sido más impactante que la
acusación contra Lozoya llegara siendo todavía director general de la
principal empresa del país y además del Estado.
El
hábil Videgary consiguió apartar a Lozoya del gabinete antes de que
fuera señalado directamente de recibir sobornos por tres directivos de
la empresa brasileña, quienes a cambio de beneficios legales decidieron
confesar haber depositado 10 millones de dólares en cuentas de una
empresa abierta en un paraíso fiscal a petición de Lozoya Austin.
Ante
esa grave acusación que impacta hasta a la Presidencia de la República,
el exdirector de Pemex y su abogado Javier Coello Trejo de inmediato
respondieron que la empresa que se menciona como receptora de dichos
recursos no tiene relación alguna con Emilio Lozoya Austin, porque el
nombre de éste no aparece como socio de la misma, lo cual puede ser
cierto, porque hubiera sido extremadamente estúpido que los depósitos se
realizaran a cuentas en donde apareciera el nombre del exfuncionario
petrolero.
Con esa afirmación de
abogado-cliente al negar relación alguna con sobornos de Odebrecht, les
dio margen también para amenazar con demandar “a quien resulte
responsable” de tales afirmaciones, que en este caso serían los
directivos de Odebrecht, pues aunque la prensa lo haya publicado son
ellos quienes en declaraciones ministeriales ante la justicia brasileña
narran las formas y métodos como comprometían a funcionarios de
gobiernos de varios países para que les dieran contratos de obras y
servicios a cambio de cuantiosos sobornos por millones de dólares.
Cierto
es que aún no han pasado los peores días para Lozoya, aún falta lo más
delicado, pues aunque el gobierno mexicano le ofrezca por todas las vías
legales de protección (a través de citatorios de la Subprocuraduría
Especializada en Investigaciones de Delitos Federales y de la Fiscalía
Especializada Para la Atención de Delitos Electorales) para cerrar
definitivamente los expedientes abiertos, el tiempo juega en contra de
Peña y su grupo, porque les queda sólo año y medio en el poder y de
asumir un nuevo gobierno la Presidencia, podría reabrir el caso y Lozoya
se enfrentaría a una justicia sin amiguismos, lo que sería más
complicado para el exfuncionario petrolero.
Otra posibilidad es que Lozoya y las actuales autoridades busquen una salida más rápida y consignen el expediente con un juez a modo
(que los hay y muchos), a fin de lograr una mínima sentencia y el
exfuncionario se libre de enfrentar un próximo juicio en un gobierno
para el cual no trabajó y que sin duda le aplicaría con rigor la ley.
Mientras
este nuevo escándalo de corrupción en la prensa mundial sacude al
gobierno de Peña Nieto, las negociaciones del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte arrancaron con optimismo de parte de los
negociadores mexicanos, pero a la sociedad eso poco le importa porque en
el Coliseo Romano lo que importa es la sangre y a Lozoya le toca salir a la arena.
Miguel Badillo
[Oficio de papel]
Contralínea 553 / del 21 al 27 de Agosto de 2017
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